Pasaban los meses y el trabajo no aparecía, empezaba a desesperar, no le gustaba pedir ayuda a su familia, ya bastante tenían...mejor dicho, no tenían. Ya había recorrido todos los lugares posibles, preguntado a las personas que conocía, nada, la verdad es que se le estaba haciendo muy cuesta arriba esta vez, cada día consultaba las gacetillas en busca del trabajo añorado.
Un día, paseando encontró a una amiga que hacía mucho no veía, ella estaba en la misma situación, pero, le dijo, tenía una cita con un señor para asunto de un trabajo, además que si quería podría ir a la entrevista con ella, pues hacían falta dos chicas.
El señor, un empresario de la zona, quedó encantado con aquellos dos bellezones que ipso facto contrató para ¡Un Bingo!!, primero le dio cierta vergüenza, ya que era en un hotel de un lugar vacacional muy concurrido por gente conocida, pero sus responsabilidades pudieron más, dijo que sí y empezó aquella corta etapa de la que salió reforzada.
Resultó acaecer que en aquel hotel también buscaban una secretaria con idiomas, ella, como siempre, inquieta y en constante indagación sobre puestos laborales que pudieran ajustarse a su perfil, no tardó ni una hora en presentar su curriculum y, ¡Albricias!!, la aceptaron, estaba tan contenta que casi no podía creérselo.
Tuvo que buscar rápidamente una señora que se ocupara de su niña durante las horas de trabajo, la encontró, encontró un pequeño apartamento para ella y su hijita, era en un cuarto piso sin ascensor, pero le sirvió. Se sentía orgullosa de sí misma, luchadora y ganadora, en su vida sencilla se sabía una especie de heroína haciendo cosas que muy pocas mujeres hacían por aquel entonces.
Y sobre todo, tenía a su hijita junto a ella.
Y sobre todo, tenía a su hijita junto a ella.