Estamos viviendo unos tiempos en los cuales nuestros sentimientos más perversos son provocados a manifestarse por los diferentes medios que tenemos de comunicarnos, por ejemplo, la televisión, prensa, redes sociales, amigos y familiares incluidos. Esto me lleva a mi reflexión de hoy.
Cada día estoy más convencida del camino del silencio, la introspección, la serenidad, el respirar antes de contestar a cualquier exabrupto, lo contrario nos está llevando a unos niveles de odio insostenibles, gente odiando a gente que ni conoce, personas provocando a otras por pensar diferente a ellas, de fondo unos políticos incapaces de manejar los problemas que se les plantean en su trabajo y por los que son la razón de que estén ahí donde están.
Me pregunto hacia dónde nos dirigimos de esta forma, qué nos está pasando que ya ni la historia nos sirve, porqué no preferimos la paz, porqué nos sirve cualquier excusa para olvidarnos de lo importante, ¿Qué interés es mayor que vivir en paz?, ¿Educar y ver crecer a nuestros hijos en la concordia ya no es una prioridad? No entiendo qué se persigue cuando no es el diálogo la solución, la respuesta da hasta miedo.
Cuánto me gustaría ser alguien que tuviera cierta influencia para llamar a la cordura, para decir lo que es obvio, que todos, en el fondo queremos lo mismo, vivir tranquilos, no estar de sobresalto en sobresalto, espero que no necesitemos nada más que esto para despertar, prudencia, compasión, comprensión, entendimiento, acuerdos...