viernes, 31 de octubre de 2014

Amigos.




Esos del alma, a los que le contarías todo, los que nunca te fallan. Están los amigos circunstanciales  y los amigos espirituales. 

Con los primeros cenas, te diviertes, hablas de temas triviales. A los del alma no necesitas casi verlos, pero si desnudas tu verdad ante ellos, son personas a las que piensas no asustarán tus ideas, tu singularidad, con las que te sientes cómoda, libre, puedes dejar volar tu imaginación, quitarte el corsé, aquéllos amigos solo quieren oírse a sí mismos, no escuchan,  están embutidos en sus alegrías o en sus penas, en sus éxitos o en sus fracasos…solo se quieren oír a sí mismos, te oyen porque no son sordos pero no les interesa tus vivencias. 



Para descubrir la diferencia, intenta desnudar tu alma y comprobarás por sus reacciones quien es quien. También ocurre esto desgraciadamente con los familiares, cuánta incomunicación!  En la era de las comunicaciones, por todo ello, agradezco a la vida los amigos y familiares del alma, no son muchos, pero son los más especiales y a ellos dedico estos pensamientos. 


domingo, 26 de octubre de 2014

Momentos dulces.




Momentos dulces, me aferro a ellos como a una barra de salvación, quiero ser consciente de cada instante de dulzura, guardarlo para calentar aquéllos momentos fríos que quizá en un futuro tenga que experimentar...los malos momentos pasados ya los superé con creces. 

¿Será posible compensar unos con los otros? ¿Será posible sonreír en el dolor recordando la alegría? y así alargar la satisfacción de haber sido...de haber vivido? 


Un viaje completo, una visita exprés pero tan intensa como mi vida, Francia, mis amores lejanos, todos juntos, nos hicieron el regalo en nuestro día, sentimos la cercanía de las almas que nada tiene que ver con la separación de los cuerpos, gozamos y amamos y los días se nos escapaban con la dulzura de saber, de sentir, de los besos y las caricias, de las sonrisas y las risas, de los colores, de la lluvia, del sol, de los árboles y las calles mojadas desde la calidez del ventanal, de la mesa compartida y las miradas cómplices. Y es que somos eso, momentos, instantes que conforman una vida, que completan el puzzler de nuestra existencia, combinando sabiamente lo dulce con lo amargo, como si de una receta se tratara.




martes, 7 de octubre de 2014

Los que se quedan...








Entró en el bar y pidió un café. Absorta en sus pensamientos se sorprendió cuando al levantar la cabeza se encontró a su amiga frente a ella. -Hola, ¿Cómo va todo, y tus hijos?- Hacía tiempo que no se veían...

Le respondió con un -Bien- que sonaba un poco pobre dada la relación que tenía con aquella persona, pero, no quería ahondar en sus sentimientos y vivencias aquel día, no podía. Sus hijos estaban bien, afortunadamente, pero lejos, dos de ellos, muy lejos, y eso le dolía, le dolía no poder tocarlos, besarlos, mirarlos de cerca, no por ese puñetero skype... Admiraba sus decisiones de irse de un país que nos los reconocía, de tratar de  mejorar sus vidas, porque en realidad era así, eran sus vidas... pero ella, algunas veces no podía soportarlo, no podía renunciar a echarlos de menos, no se quejaba, pero sentía que esa era su realidad y que no podía cambiarla, era también consciente de su gran suerte por las posibilidades que sus chicos habían tenido de poder marchar, de que les fuera bien en sus aventuras, de su salud... pero a veces todo ello se derrumbaba y llegaba el desconsuelo, con una canción, con un poema, con otra historia... -Están muy bien- repitió a su amiga.