Solo así quería recordarle, volando aquella cometa que él había confeccionado con
sus propias manos, con unas maderitas cruzadas y papel de seda azul y amarillo, o enseñándole la hora en el reloj Cauny que le había regalado a los ocho años, cuando hizo su primera comunión.
Su mirada se perdía en aquélla bola de cristal con la casita y el pino donde nevaba cuando ella le daba la vuelta para darle cuerda y oír la bonita música, él le había contado que aunque la había comprado en el Centro, en la calle Corrientes, aquella bola venía de Suiza, un país muy adelantado, donde la gente no tiraba los papeles al suelo en la calle, sino en papeleras o se los llevaban a su casa, pero no dejaban basura en la calle porque estaba prohibido. Ella escuchaba sus historias con mucha atención, pensaba que él sabía de todo, sabía que si él estaba junto a ella nada podría pasarle.
O aquéllas excursiones, con todos los primos, cuando simulaba que se había perdido y los hacía gritar para oír el eco. ¡Cómo miraban los niños su cara cuando se dirigía a un pastor para preguntarle por qué camino habríamos de ir para volver al pueblo ¡Qué maravillosas aventuras!
O aquéllas excursiones, con todos los primos, cuando simulaba que se había perdido y los hacía gritar para oír el eco. ¡Cómo miraban los niños su cara cuando se dirigía a un pastor para preguntarle por qué camino habríamos de ir para volver al pueblo ¡Qué maravillosas aventuras!
Se preguntaba qué pensaría él hoy en día si resucitara y supiera que a su vieja hija solo le gustaba recordar los buenos momentos, que todavía añoraba aquél tiempo feliz vivido con él, aquel tiempo tan lejano ya y tan roto por acontecimientos posteriores, sin embargo, a pesar de todos los sinsabores, ahora le recordaba feliz.
Es eterno el ayer, que está siempre a punto de volver, tan eterno como que nunca deja de ser...
ResponderEliminarEmocionante sentido recordatorio, Maru. Un abrazo.
El tiempo ayuda a limpiar la maleza, Maru, es bueno recordar sin nubes en el corazón, un abrazo!
ResponderEliminarConsidero que siempre hay que ir recordando lo bueno y olvidar lo que nos afecta poder conseguir las ilusiones.
ResponderEliminarMe alegro de tu regreso.
Vivencias de un ayer... que se hacen hoy.
ResponderEliminarNo es difícil verte en aquel tiempo, María.
Fuerte abrazo.
Un texto lleno de añoranza y recuerdos.
ResponderEliminarSiempre vale la pena recordar los buenos momentos vividos.
Besos, Maru y gracias por tu cariñosa felicitación por
el cumpleaños mi nieta.
Cuanto sentimiento en tu escrito. A los seres queridos hay que recordarlos con lo mejor que tenían. Y es así, al paso del tiempo sólo regresan a nuestra memoria lo mejor que hicieron, gracias a dios, porque recordar lo malo nos hace mal.
ResponderEliminarmariarosa
Cuando se ha vivido la infancia sin sobresaltos, y arropada por el amor, los sueños, los recuerdos, suelen ser nítidos y así de bellos.
ResponderEliminarUn abrazo Maru.
Para mí lo importante es que guardes lindos recuerdos y los atesores, nada te quita eso
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