lunes, 24 de febrero de 2025

El despertar tardío.



Hallábame yo en mi gimnasio entrenando mi cuerpo serrano  cuando al encontrar uno de los ejercicios propuestos muy difícil,  de broma, comenté a mi entrenador de unos veintimuchos años que pronto me iría a hacer ejercicios más sencillos al Club de la Tercera Edad, pues con mis setenta y cinco añazos no me veía yo para mucho más tiempo con esa marcha gimnástica,  a lo que me contestó: -Pues mi abuela,  de setenta y dos años ya quisiera yo que tuviera tu agilidad y fuerza además de tu actitud,  siempre le digo que se mueva,  pero ella no hace caso-


Después de oír esas palabras fue como un despertar a la vejez, es más,  como un mazazo. ¿Su abuela? Pensé,  de repente me dí cuenta de que ya no estoy a la altura de sus madres, no, sino de sus abuelas. Alucinante,  pero,  la culpa de todo esto yo sé quién la tiene. Mis hijos, que me ha hecho abuela tan tarde y claro,  con nietos tan pequeños yo estaba segura de que era una joven,  pero no, hoy me han abierto los ojos a mi realidad.  Ahora tengo que empezar a aceptarlo, me va a costar porque no me siento vieja en absoluto,  me encuentro en una etapa tremendamente fructífera y llena de energía,  no entiendo cómo he llegado hasta aquí,  no me lo creo. Voy a mirar en Google a ver si encuentro una explicación. 

2 comentarios:

  1. No necesitás a Google, Maru, tu espíritu es el que te dice tu edad, un abrazo!

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    1. Gracias por estar siempre ahí. Un abrazo M. Cristina

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