Lupi era un pajarillo que vivía en una granja rodeado del cariño de sus padres y hermanitos. Ayudaba en todo lo que podía, recogía ramitas y bichitos para tener almacenada la comidita que más les gustaba a los pajaritos.
En las afueras de la granja había también familias de pajaritos que apenas tenían comida, así que Lupi siempre que podía cogía del almacén algunas hojitas, ramitas y bichitos y los repartía entre las familias que no tenían tanta suerte como él.
Pero había una cosa que a Lupi no le gustaba. En la misma granja, había otra familia de cotorras, ellas comían todo lo que encontraban, disfrutaban de la abundancia.
Un día, las cotorras invitaron a Lupi a comer, pero a cambio, tenía que coger del almacén que sus papas cuidaban con tanto esmero, un montón de comidita para regalar a aquéllas cotorras para su reunión. También le dijeron que se tenía que poner un precioso traje de fiesta para ir.
Lupi, que era muy sensato, pensó: si me hago un traje nuevo, tendré que cambiarlo por un montón de ramitas, bichitos y hojitas, además, ¿Las cotorras para qué quieren tanta comida si ya tienen un montón?, ellas viven lujosamente. No entiendo su necesidad.
Así que se fue a la fiesta con su vestido de siempre y llevó solo unas pocas cositas como bichitos secos y hojitas. Al llegar, los invitados le miraron recelosos y cuchicheaban entre ellos - Mira a Lupi, va como si no tuviera suficiente para ponerse un nuevo vestido y qué poca comida ha traído..., es un tacaño -
Cuando terminó la fiesta, en la que Lupi no se divirtió demasiado, volvió a su hogar. Estaba triste, porque aquéllos amigos no lo comprendían, él no entendía para qué se ponían trajes nuevos cada vez que salían, si el que tenían no estaba roto ni nada, sentía pena por las cotorritas que si no tenían muchas cosas estaban tristes.
Al día siguiente, llamaron a su puerta, una familia de pajaritos estaba en apuros, habían tenido muchos hijitos y unos niños les habían destrozado su nido, ahora tenían que empezar por el principio y con los bebés llorando todo el rato pio, pio, pio, así que necesitaban comida urgente, Lupi fue al almacén, sacó todo lo que pudo para ayudar a esta familia, también les llevó muchas ramitas con hojas para abrigarse, acumuló todo lo que pudo para ayudarles, todo lo que encontró para que estuvieran bien.
Y es que Lupi sabía dónde estaba la verdadera necesidad y le gustaba ayudar a los demás, con eso era con lo que él era feliz, pero las cotorras no sabían este secreto de Lupi y lo juzgaban sin conocerlo. No deberíamos hablar de los demás sin saber las razones que tienen para hacer lo que hacen o decir, lo que dicen.
Genial!!!
ResponderEliminarJajajaja, gracias hermano!!
EliminarGenial!!!
ResponderEliminarMe resulta ingenioso el cuento y las fotos de los pájaros. La foto que más me gusta es la de la carátula del blog, con el libro abierto y la flor encima. Un beso
ResponderEliminarMe resulta ingenioso el cuento y las fotos de los pájaros. La foto que más me gusta es la de la carátula del blog, con el libro abierto y la flor encima. Un beso
ResponderEliminarMuchas gracias Antonio, un honor que te pases por aquí. Ojalá repitas. Un abrazo.
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