Subió al autobús escolar, su mamá le dio un cariñoso beso como siempre hacía para despedirla sin imaginar que ese día su querida niña experimentaría una de las jornadas más terribles de su vida.
Por aquellos años los autobuses no estaban obligados a llevar acompañantes como tampoco a tener las puertas cerradas. Hicieron varias paradas más, en el primer asiento, justo encima de la puerta delantera viajaban dos niñas. El chofer arrancó y al momento, sin que las alumnas se percataran de cómo había ocurrido, un brusco frenazo hizo que la niña que iba sentada en el pasillo saliera disparada por aquella puerta abierta, las ruedas traseras pasaron por encima de su cuerpecito, el conductor, desesperado bajó para descubrir horrorizado lo ocurrido.
En medio de aquel susto, las niñas gritando, llorando, él no sabía qué hacer, los transeúntes se agolpaban al ver lo ocurrido, lo que que se le ocurrió fue subir a la niña accidentada, la puso en el pasillo, arrancó de nuevo y se dirigió al colegio, mientras tanto las alumnas aterrorizadas hacían toda clase de conjeturas.
El hombre lloraba mientras conducía, tan asustado como sus pasajeras. Llegaron al colegio donde había mucha gente esperando y policías, tuvieron que pasar por encima de todo aquello, una a una, las niñas fueron ayudadas a bajar, no entendían qué estaba pasando.
Los padres fueron llegando a recogerlas. Preguntó a su madre qué le había pasado a su compañera, que si estaba muerta, su madre le contestó que posiblemente podrían vendarla y curarla, pero ella había visto el dantesco espectáculo, no entendía cómo iban a arreglar aquel cuerpo...
A partir de entonces, muchas noches, desde sus cuatro añitos, soñaba con su compañera, la veía vendada de la cabeza a los pies, sentada en el alféizar de una ventana mirando al cielo, su mamá, junto a ella, le contaba cuentos de fantasías felices...
Una historia terrible para vivirla una nena tan chiquita, un abrazo Maru!
ResponderEliminarTremenda historia Maru. Me quedé pensando qué fue de esas niña accidentada, si murio o con el paso de los años, pudieron curar su cuerpito?
ResponderEliminarUn abazo y feliz año 2017.
mariarosa
Pobre chiquitina. Una traumática experiencia que le durará toda la vida
ResponderEliminarFeliz año, Maru. Paz y amor y que nunca pierdas tu bonita sonrisa.
Ser espectadora de tal terrible accidente y al mismo tiempo su querida amiga es vivir toda una vida con el recuerdo.
ResponderEliminarTiempos de los que la seguridad no se tenia en consideración, que pena.
Un feliz fin de semana.
Me identifico con el relato. De pibe vi cuando un pibe era arrollado por un tranvía. Tu relato me lo hace des-olvidar. Hasta el sonido de aquella escena me llega inalterable. Cosas que te marcan para siempre, no?
ResponderEliminarMe gusta tu blog, Maru. tengo mucho para leer, de modo que, con tu permiso, me quedaré por aquí. Abrazo.
Muchas veces los niños son testigos de crueldades que los mayores sufren por no poder evitar esos acontecimientos...
ResponderEliminarMaru, menuda experiencia la toco vivir, lo que esta claro que de un momento a otro, las cosas se ponen cabeza abajo o patas arriba. Y no hay nadie que lo pueda impedir, y su amiga, esa visión le acompañara toda la vida.
ResponderEliminarun cálido abrazo.
Ufff, qué terrible historia!
ResponderEliminarSe me ha hecho un nudo en la garganta y me voy con peso en el corazón.
Besos.
QUE TERRIBLE, pobre niña que sufrimiento, para su familia y también para las demás que tuvieron que pasar por esto.
ResponderEliminarCariños para ti.
mar
Un accidente difícil de olvidar.Trágica historia.
ResponderEliminarSaludos Maru
Un accidente difícil de olvidar.Trágica historia.
ResponderEliminarSaludos Maru
... a la que tal vez hay que permitir cerrar...
ResponderEliminarUn abrazo, María.
me gusta tu intensidad cuando escribes
ResponderEliminarnos haces ver realidades tremendas eres una gran escritora
gracias por lo mucho que nos das
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