¿Es la cercanía de la Navidad lo que me hace recordar a tantos blogueros y querer acercarme de nuevo a sus lecturas o es ese ansia de comunicar que a veces se mete en el alma y quiere salir a la luz?
Sea lo que sea, aquí estoy de nuevo, ni sé qué voy a contar, pero supongo que algo saldrá.
Años sin acercarme a la escritura, que siempre me ha ayudado tanto. Hoy, los días pasan cada vez más rápidos, las distracciones aumentan y, cómo no, mis capacidades disminuyen, pero solo un poco, porque soy de esas que no dejan entrar a la vieja, como dice un actor muy conocido.
Por eso, voy a intentar seguir dando la tabarra a los incautos que por aquí pasen y lean. De momento, retomar el blog para poco a poco despertar ese pequeño ingenio que se puede tener para contar alguna historia trivial o no y lo más importante, volver a leer a mis blogueros y blogueras nunca olvidados, porque me llenaban muchos espacios que sin ellos hubieran estado vacíos.
Hoy mi nieto Lukas me ha hecho el arbolito de Navidad y nos hemos divertido juntos, pero lo mejor ha sido que, habiendo perdido el pasado viernes a su perrito Toby, yo estaba preocupada por el dolor que debía sentir, así que con mucha cautela le pregunté : « ¿Y qué le pasó a Toby? » a lo que él muy campante respondió : “Pués se murió, pero no fue de viejo, aunque tenía once años, fue que un loco lo atropelló”…
Sin palabras me dejó, pero su aceptación de la situación me ha dejado pensando…creo que me ha dado una lección de valentía . Me gustó su actitud, solo tiene seis años, pero sabe que la muerte es parte de la vida, para él Toby está en otra dimensión, pienso que es una pena que con los años vayamos perdiendo esa sabiduría y nos volvamos dramáticos, ellos, los niños conservan ese talento de vivir el momento sin tiempo para amarguras.